miércoles, 2 de julio de 2008

Lucrecio

Sentada miseráblemente a las puertas de la taberna, a la derecha según sales de la plaza y te topas con la puerta concurrida, riendose, (y eso quiere decir que está muy triste) borracha, una mole informe de ojillos rojos, harapienta pero muy bien educada. Una masa de carne palpitante de la cual surge a veces un brazo adiposo, surcado de venillas anaranjadas, para hacerse con alguna inmundicia arrojada al suelo.

El otrora orgulloso guerrero veterano, del clan de los topolinos fundado por su padre,que fue servidor de los comerciantes que salen de Fangaeria a las ciudades montañosas de los protectorados gnomos para comerciar con alimentos de la rica campiña de las ciudades estado a cambio de minerales y chucherías.

Cuántas veces ha caminado en su jaula por los pasos de la montaña. Ahí se educó, como atracción de feria, luchando con los gnomos titanes que habían apostado con papá que podían aguantar con Lucrecio más de cinco segmentos. Qué tiempos, las amorosas palizas, aquellos escupitajos que siempre le daban en un ojo. Qué puntería la de papá.

Aunque ha trasegado ingentes cantidades del brebaje más barato, Lucrecio puede ver todavía todo lo que ocurre, entre sollozos sonreídos, saluda amablemente al que pasa por su lado. Algunos brincan con terror al reparar en el horror borracho de un semiogro casi desnudo, excepcionalmente grande y fuerte, feo como un pecado, gordo y deprimido. Al moverse, a veces, entre los harapos de su faldellín puede verse un monstruoso pene.

1 comentarios:

Petrus dijo...

Diegus, mándame la hoja de personaje de Lucrecio, por si tengo que hacer alguna tirada

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