viernes, 16 de enero de 2009

Las Calles de Jonid son oscuras III

Él se pirraba por las armas, y parecía que los extranjeros le ofrecían una como pago por recorrer las calles y hacer un recado o dos. Se encaprichó por una de las dagas, pero parecía que podía incluir... ¡nada menos que una espada! ¡Y parecía que llevaban varios tesoros!

Seguramente podría sacar algo más, y juntando toda su osadía añadió:
-¡Y diez monedas de oro!.- Cantidad que superaba generosamente el monto total de su pecunio.

La cosa se complicaba por momentos, porque la tía buena semielfa esa era la dueña de la espada bonita, y se negaba con vehemencia a incluirla en el trato. Los cruces verbales continuaron, parecía que se habían olvidado de su presencia incluso, y de pronto lo que era una perspectiva de negocio se vió asaltada por las dudas... algo le dijo que alli no había solamente el propósito casual de vender los bienes, tal como el enano le había dicho. Se decidió: mejor pobre vivo que rico muerto... ¡gran verdad, amigo!, sobre todo en la vida callejera, y desapareció en un pispás, visto y no visto, a todo lo que daban sus jóvenes piernas.

Y hete aqui que ha comenzado la exploración de esta ciudad que dará que hablar... por delante esperan momentos de gran tensión y lucha... los maleantes y ladrones que ya cruzaron armas con la Compañía, los soldados que esperan un informe de lo sucedido... y quién sabe que más eventos memorables se gestarán.

Ahora bajan la calle hacia la Torre de la Bruma, tras una menos que brillante transacción que aún y todo, brindó la suculenta suma de cuatrocientas monedas de oro por la mayoría de objetos que traían. Lo más delicado será mercar unas gemas y varias pociones, que precisan de un establecimiento especializado: un armero gnomo especializado y un herbolario...

... ya están en el barrio de la Torre de la Bruma, y cuando queden resueltos estos detalles...

...ya llegarán momentos más estresantes.

Las Calles de Jonid son Oscuras II

Surgieron al amanecer, emergidos de la penumbra, heraldos del anochecer...
era el comienzo de la invasión de Jonid, aunque nadie se diera cuenta. Sin prisa, se mivían como uno más de la algarabía de gentes que hacían de aquel lugar su diario devenir. Como recién nacidos, gustaban de cada momento como acabado de estrenar... y en cierto sentida asi era, porque ellos no eran ya los que eran. Una luz de maldad habitaba en sus ojos. Como un color que se filtra con venas, y progresivamente se extienden, la ciudad se iba haciendo negra.
La gente reaccionaba de maneras bien diferentes, pero había alli una comunicación silenciosa, e inadvertida casi siempre para el propio indivíduo...
Su deriva los llevó hacia el centro de la ciudad, con el fín de ralizar unas mercaderías y trocar los tesoros ganados con sangre por contantes monedas. Las calles eran irregulares, las casas de curvas paredes y tejados cónicos, orgánica fisionomía de la ciudad muerta...
... aquel mozalbete de la calle era como carne para trolls, manjar de goblins... lo sabían todos los vecinos, y los maestros, era la desesperación de sus padres...
... -Dame algo.- Se acercaba asi instintivamente a lo que de algún modo percibía afín.
Estolido Avieso, el novel mago de batalla dominado por la maldad, parlamentaba con aquel joven sujeto, y no acababa de hacerse con él; ya llevaban varios intercambios verbales pero no se decidía ninguna de las dos partes a cerrar un acuerdo económico.
Aquel era un muchachito imponente, sucio y desgarbado, ya en la edad de empezar a echar pelusa en las morreras, de porte decidido y retador. En los ojos asomaba la luz apagada de quien ha sufrido, y ha hecho sufrir en demasía. Sus movimientos eran contenidos pero con una violencia latente y tensa, había fijado los ojillos con codicia en las afiladas hojas que portaban los compañeros.

domingo, 11 de enero de 2009

Las Calles de Jonid son oscuras

Después de tanto tiempo, la luz de nuevo hiere vuestros ojos... y nadie lo celebra más que el dromedauro, y la semielfa, que respiran como si hiciera años que no lo hacían. Y, por supuesto, también las mulas.
Es el atardecer, y el camino del puerto está bastante transitado por viajeros y comerciantes que apuran la jornada. El abigarrado y delicioso olor de los puestos de comida os asalta desde uno y otro lado... pues los quiosquillos abundan tanto en la explanada de la puerta como en el puerto fluvial. Hace frío y ha caído una ligera nevada, preludio del invierno que viene.
En plena Estación del Bien, los soles se aprecian cada vez más próximos, y en cada ciclo diario se alarga la noche.... es la estación de las historias alrededor de los hogares tras las faenas de la recolección y almacenaje de las provisiones y suministros para el frío que llega.
Pronto ya, los soles serán como uno, en la Estación del Orden, y la duración de la noche será máxima, igual a la del día. Tiempo de nieves y ciclos regulares, de sucesivas tormentas de nieve y claras noches heladoras, y caminos cerrados.
Pero también de los nacimientos, natural consecuencia del Celo de la Primavera, meses atrás en la Estación del Mal, cuando, al contrario que ahora, la progresiva duración del fotoperiodo fundió los hielos con violencia y trajo la luz continua del verano, en la estación del Caos, cuando llega a no haber noche en absoluto, y cuando las nieblas ocultan los Soles durante días y días.
Ahora sin embargo, allá lejos, en el sur, las montañas quedarán selladas por las nieves... pero eso aún no ha llegado. Aún estamos en la Estación del Bien, tránsito anual entre el Caos y el Orden, y aún quedan dulces noches y largos días por delante.
Extraño contraste entre los acontecimientos actuales, que amenazan con perturbar seriamente la hasta ahora apacible vida Jonidiana, atrayendo a la Oscuridad, y las radiantes apariencias.
Ajenos a todo, los ciudadanos y ciudadanas se apresuran hacia sus casas, o la Taberna, y las calles están animadas con el bullir de la gente.
Os encamináis decididamente hacia la ciudad.


El Sueño de Rot.
En mitad de la noche, Rotunda Tundra no puede descansar, aunque está dormida. Noche tras noche, ocurre. Ella escapa de un enemigo despiadado y aterrador, que le da caza. Unas veces escapa por los corredores de un castillo... otras veces por un bosque oscuro y pantanoso, lleno de cieno viscoso que se pega a sus botas, impidiéndole correr... y entonces suena cada vez más cercano el avance del monstruo, pues de eso se trata, a través de la maleza, o de las tenebrosas estancias.... o lo que sea que sirve de escenario para la misma representación... y siempre se despierta sin saber quién o qué la acosa.
Durante el día la cosa no mejora, y siempre se siente incómoda e irritable. De todos los compañeros, es la que peor se ha tomado el cambio de bando, aunque ella no lo sabe. Siente que algo no está en orden, aunque no tiene la menor idea de qué es.
Pero es importante.
Seguro.
Algo transcendental se le escapa, algo de lo que puede depender la mismísima vida de todos (de ella sobre todo, egoistamente, en su estado actual)... se maldice por su obtusa cabeza, pero nada.
Instintivamente, no dice nada a nadie, segura de que la ignorarían o se burlarían de algo tan etéreo como sus elucubraciones, pero está decidida a hacer algo, y averiguar qué es lo que pasa. Permanecerá vigilante y avizor, presta para defender a su señor... el poderoso amo que ahora tiene.

Agotamiento

Estaba agotada, hacia tiempo que no dormía y descansaba de verdad, y sentía como se le cerraban los ojos de pie, también estaba herida y tenia extraños cortes en los brazos, eran poco profundos, no sangraban, apenas eran heridas, pero le escocían y dolían, y lo peor de todo era que no lograba acordarse de cómo se los había hecho…
Mientras caminaba hacia la salida de las cloacas, Rotunda se despisto y dio un rodeo grande, iba despistada, no estaba concentrada en lo que hacia , se sentía extraña, y no podía encontrar el motivo que la mantenía despistada, esta vez no podía echar la culpa a las pesadillas que solía tener con su madre como protagonista, hacia tiempo que ni pensaba en ella, mientras pensaba esto un pensamiento de vacio, de caída al vacio se apodero de ella, mas concretamente de ser empujada a un abismo negro, sin fondo , acto seguido se vio hundida en un charco de color y olor sospechosos. Tras maldecir sonora y copiosamente su suerte, sacudirse la mierda y volver a maldecir vio al fondo del túnel la luz de la mañana.
No es que la costara hacer entrar a las mulas en las cloacas como le había indicado su líder, es que fue incapaz de hacerlo. Las mulas no solo se resistían a entrar, es que incluso se mostraban nerviosas cuando intentaba acercarse a su cabeza y hablarlas con amistosa confianza, se retiraban e incluso se encabritaban cuando tiraba de las riendas… Intento incluso el viejo truco de la zanahoria atada a un palo, a modo de caña, tal y como había visto de pequeña en alguna ilustración de los cuentos que contaban los bardos…
La hora de la siesta del jefe se acercaba, y dándose por vencida con las mulas, decidió que a lo mejor si le calentaba la cama al jefe, se libraría del castigo prometido, pero antes de acudir a su “cita” en la cama del jefe decidió lavarse un poco, ella no lo notaba, pero sospechaba que el charco ese en el que cayo no debía de haber dejado buen olor en su cuerpo, así que con armadura y todo se sumergió en el agua, a la vez que se la quitaba la limpiaba y quitaba esos asquerosos tropezones de mierda… cuando por fin, ya desnuda, sumergió la cabeza en el agua para limpiarla un poco, una extraña sensación de oscuridad se apodero de ella, el agua perdió la luz que la rodeaba, estaba en un circulo de oscuridad y alguien la sujetaba la cabeza bajo el agua, era incapaz de sacarla para tomar aire, sentía que se ahogaba, cuando estuvo a punto de desmallarse por la asfixia, la visión de su madre lavando su cabello, ayudándola a sacar la cabeza del agua la despertó y pudo tomar aire al fin, se tumbo en la orilla, disfrutando de cada bocanada de aire y secándose al calor de los soles de Jonid…
De vuelta en los túneles, y medio corriendo para acudir a si cita con el jefe, se volvió a perder. Estaba mareada y agotada, así que lo de calentar la CAMA, ya fuera al jefe o a cualquier otro, no la disgustaba demasiado, ella solo visualizaba la CAMA… según se tumbó se durmió, no respondió a las preguntas de sus compañeros al respecto de las mulas, llegar, tumbarse y dormirse y ponerse a soñar fue una misma acción…

Paseaba por su bosque, conocía ese bosque como la palma de su mano, sabia que hoja de que árbol caería primero al suelo cuando llegara el otoño, se dirigía a su árbol preferido para dormir la siesta. Cuando se tumbo en sus ramas para descansar, percibió en sus ramas mas altas una sombra que descendía hacia ella, se movía con agilidad y rapidez, tanta que no la dio tiempo a reaccionar, cuando quiso hacerlo se vio sujeta a la rama que había elegido para descansar, su cuerpo sobre la rama y sus extremidades bajo ella, el peso era tal que sentía que se la desmembraba poco a poco, sentía las articulaciones de los hombros desencajarse, los músculos de los muslos estirarse hasta que, como le sucede a una mala cuerda, se rompen hilo a hilo.

Despertó empapada en sudor y gritando como loca…

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