domingo, 11 de enero de 2009

Las Calles de Jonid son oscuras

Después de tanto tiempo, la luz de nuevo hiere vuestros ojos... y nadie lo celebra más que el dromedauro, y la semielfa, que respiran como si hiciera años que no lo hacían. Y, por supuesto, también las mulas.
Es el atardecer, y el camino del puerto está bastante transitado por viajeros y comerciantes que apuran la jornada. El abigarrado y delicioso olor de los puestos de comida os asalta desde uno y otro lado... pues los quiosquillos abundan tanto en la explanada de la puerta como en el puerto fluvial. Hace frío y ha caído una ligera nevada, preludio del invierno que viene.
En plena Estación del Bien, los soles se aprecian cada vez más próximos, y en cada ciclo diario se alarga la noche.... es la estación de las historias alrededor de los hogares tras las faenas de la recolección y almacenaje de las provisiones y suministros para el frío que llega.
Pronto ya, los soles serán como uno, en la Estación del Orden, y la duración de la noche será máxima, igual a la del día. Tiempo de nieves y ciclos regulares, de sucesivas tormentas de nieve y claras noches heladoras, y caminos cerrados.
Pero también de los nacimientos, natural consecuencia del Celo de la Primavera, meses atrás en la Estación del Mal, cuando, al contrario que ahora, la progresiva duración del fotoperiodo fundió los hielos con violencia y trajo la luz continua del verano, en la estación del Caos, cuando llega a no haber noche en absoluto, y cuando las nieblas ocultan los Soles durante días y días.
Ahora sin embargo, allá lejos, en el sur, las montañas quedarán selladas por las nieves... pero eso aún no ha llegado. Aún estamos en la Estación del Bien, tránsito anual entre el Caos y el Orden, y aún quedan dulces noches y largos días por delante.
Extraño contraste entre los acontecimientos actuales, que amenazan con perturbar seriamente la hasta ahora apacible vida Jonidiana, atrayendo a la Oscuridad, y las radiantes apariencias.
Ajenos a todo, los ciudadanos y ciudadanas se apresuran hacia sus casas, o la Taberna, y las calles están animadas con el bullir de la gente.
Os encamináis decididamente hacia la ciudad.


El Sueño de Rot.
En mitad de la noche, Rotunda Tundra no puede descansar, aunque está dormida. Noche tras noche, ocurre. Ella escapa de un enemigo despiadado y aterrador, que le da caza. Unas veces escapa por los corredores de un castillo... otras veces por un bosque oscuro y pantanoso, lleno de cieno viscoso que se pega a sus botas, impidiéndole correr... y entonces suena cada vez más cercano el avance del monstruo, pues de eso se trata, a través de la maleza, o de las tenebrosas estancias.... o lo que sea que sirve de escenario para la misma representación... y siempre se despierta sin saber quién o qué la acosa.
Durante el día la cosa no mejora, y siempre se siente incómoda e irritable. De todos los compañeros, es la que peor se ha tomado el cambio de bando, aunque ella no lo sabe. Siente que algo no está en orden, aunque no tiene la menor idea de qué es.
Pero es importante.
Seguro.
Algo transcendental se le escapa, algo de lo que puede depender la mismísima vida de todos (de ella sobre todo, egoistamente, en su estado actual)... se maldice por su obtusa cabeza, pero nada.
Instintivamente, no dice nada a nadie, segura de que la ignorarían o se burlarían de algo tan etéreo como sus elucubraciones, pero está decidida a hacer algo, y averiguar qué es lo que pasa. Permanecerá vigilante y avizor, presta para defender a su señor... el poderoso amo que ahora tiene.

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