miércoles, 5 de noviembre de 2008

La Batalla de los Ladrones

Retirada, retirada...
Cuando las cosas se tuercen, y eso significa que te cae estopa por todos lados, entonces está claro: hay que vivir para luchar otro día. Y la verdad es que hasta ahora el enemigo, eficaz y silencioso, estaba barriendo en todos los frentes...

... y sin embargo, lo que funciona en guatemala, a lo mejor no es tan adecuado en guatepeor, o como diría aquel maestro, no te apresures a cantar las maravillas del séptimo cielo, porque para los del sexto podrían no ser tales.

Y eso fue lo que les perdió. Envalentonados por el fulminante descalabro del pegaostias titular, y los graciosos grititos de la segunda titular en primera línea de combate, creyeron que el postre estaba servido, y se adelantaron con gula a catarlo...

... y asi descubrieron que un brazo que pesa lo que dos muslos y una pechuga de un parroquiano medio, sigue siendo un brazo que pesa... y todo lo demás. Los golpes eran buenos, y Rotunda los sufrió, sintiendo el filo de las malditas espadas de los bandidos, pero aún reculando, los compañeros daban la cara al peligro. Cuando los ladrones abrieron un hueco entonces, automáticamente, como un engranaje bien cuidado, Lucrecio atacó.
El golpe era engañosamente casual, pero la fuerza fue tal, que cortó en dos mitades el abdomen del desgraciado, que ya se veía contando la correspondiente batallita en la posada, con una buena jarra de cerveza orluiana y la mano en las nalgas de alguna complaciente cortesana...
Repentinamente cambió la marea de sentido... con apenas unos jadeos de sorpresa, los compañeros del caído agarraron lo que quedaba y trataron de ponerlo a salvo, los atacantes ahora cediendo el terreno que creían ganado. Pero la cosa no había acabado aún, y sus espadas apuntaban al frente, desafiantes.

¡¡¡Ese es mi Lucre!!! - Rotunda montaba su arco con la sana intención de flechear a sus arqueros.

Yodlerejijuuuu... ¿machacamos? Dijo Arnoldo esperanzado
¡¡¡Hasta la victoria siempre!!! voceó Avieso.

¡¡¡¡VAMOS!!!!, Rotunda estaba llena de adrenalina en el medio del combate...
.... pero no todo es ansia de matar....
Por Dios... no me vendría mal alguna curación... si no las habéis gastado todas.

Los bandidos retrocedían en actitud defensiva, y los arqueros iniciaron fuego de cobertura, todas a Lucrecio, con la obvia intención de acabar lo que habían empezado. Pero ya fuera por la oscuridad creada o por los nervios, casi todos los tiros marraron, y aunque lograron dañar a la mole que avanzaba sobre ellos, no fue suficiente para detenerla. Y tampoco al hermano del semiogro y el enano de batalla, que competían por ocupar un puesto en primera fila, que finalmente ocupó Horacio.
Rotunda tiró un corte oblicuo que alcanzó a otro de los ladrones en un costado, pero sin causar un daño definitivo...

...ZAS!
...ZAS!

Lucrecio hizo volar aquel espadón que era como un florete en sus manazas, y el golpe de vuelta alcanzó de lleno en el hombro a otro de ellos, en un tajo descendente que casi lo abre en dos, ahora causando una impresión honda en el ánimo de sus oponentes. Estaba claro que además de ser como un armario, aquel monstruo hacía bailar su arma, en un manejo lleno de precisión y elegancia...

Presintiéndolo, les conminó a rendirse, para que pudieran salvar sus vidas, y prometiendo cuartel. Eso sólo hizo que todos sacaran sus espadas y arremetieran contra él a la desesperada, con estúpida valentía. Aquí, pese a su valía, pudiera haberse comprometido el desenlace feliz para la Nueva Compañía aventurera... pero afortunadamente Rot estaba al quite y se adelantó para que Lucrecio pudiera descansar un poco y recibir la última curación del equipo de clérigos que trabajaba en retaguardia.
El enano, desesperado por la impotencia de no poder llegar a primera línea, casi no podía contenerse...

...-pues entonces me agarro a mí mismo-, no, mejor me espero... por Yurgain, si es sólo una sencilla cuadrícula enana...

Entretanto, los descolocados ladrones habían llegado a la dudosa protección del tunelito lateral de donde habían lanzado su ataque al principio....

....--¿¿Y el pony??

El grito desvela que algo en su retaguardia no está como esperaban, y ahora el miedo hace presa en ellos. Los compañeros aventureros llegaban ya al túnel lateral, con ganas ya de terminar lo inevitable...

Pero las sorpresas en retaguardia lo son para todos: dos figuras surgieron lentamente desde las fétidas aguas donde se habían ocultado... justo a la espalda del enano... y el brillo de los filos de las dagas centelleó en la oscuridad.

¡¡Ein!!-- Estólido se revolvió con rapidez, tratando de agarrar a alguno a la desesperada, tras sufrir una fea puñalada por la espalda y librarse por poco de la segunda.

Con redoblados bríos los ataques en el lado de Lucrecio y Rotunda se cruzaron entre todos, pero de nuevo la gelatina semiogra demostró su poderío, y otro de los atacantes se sumergió en las aguas.

Horacio, tan sorprendido como Estólido, lanzó su maza hacia delante, sin éxito, pero haciendo que los emboscados perdieran su ventaja, igualando asi las fuerzas en el nuevo frente.

--¡Agarrón Electrizante!--

El enano estaba más que dispuesto a gastar su último cartucho mágico, y sus manos empezaron a brillar con chispas azules de electricidad, mientras intentaba echar el guante al que tenía más cerca...

-- este es un hechizo que suelta chisporroteantes chispas de alegre electricidad, esa electricidad...
oh...
¡¡estamos hasta la cintura de agua!!--

Arnoldo- Sí...
Todos- Oh...

Pero ha fallado, y rápidamente disipa su energía.

--¡¡¡Menudo mago de batalla!!!--

Por supuesto, esa era Rotunda.
El premio para el enano es una puñalada que extiende su sangre con abundancia, y Horacio le salva, con un porrazo admirable que manda campaneando al agresor hacia atrás...

Y ello supone el fin efectivo de la rencilla.

Los suspiros y sollozos se unen al murmurar del agua de letrina que les rodea, mientras ven desaparecer al último de los fugitivos cuerda arriba hacia algún maldito agujero del techo donde esconder su culo...

...por fin pueden descansar y recuperarse del shock tremendo del combate, y lamentar la pérdida de Boronio, que confundido en la oscuridad no vio las dagas que buscaron su cuello, y la pérdida de Ainara, desaparecida en la confusión de la pelea. La perspectiva, en estas condiciones, de realizar una búsqueda para encontrar lo que quede de su compañera es gravosa, pero nadie se atreve a decir nada, el deber es ineludible para con su compañera...

Ainara ya se cuida sola... creo.

Arnoldo ya aborda el tema, pero planeando un descanso necesario y prudencial, cuando un resoplar hace girar todas las cabezas hacia el túnel principal.

Ainara, a lomos del pony y expresión triunfal-pero-no-dejaré-que-se-note, se acerca hacia ellos.

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