domingo, 2 de noviembre de 2008

Charlas en el túnel, y un pony

Los restos sanguinolentos del ataque de Lucrecio fueron rápidamente registrados y guardados en un saco, que recayó en las espaldas de Horacio.
Rotunda, incapaz de hablar durante largo rato, se había ido poniendo roja, y luego blanca por momentos, pero al fin estalló:

¡¿que coño pasa con ese pony Estolido?!

Pero Estólido estaba colgado de un bastante sorprendido Arnoldo, que estaba tentado de enseñarle al enano la Mano de Nudor... pero de momento la sorpresa iba ganando.

Y, usted, déjeme tranquilo, ¿¡va vale!?  Será un pony de batalla de esos...  no sé qué le ven.

De acuerdo – dijo Estolido cabizbajo - al pony....esto...nada, nada...que nos puede dar alguna pista, ¿no?.

Si se lo vendes a un enano...

cavilaba de pronto Arnoldo, ya perdido en sus pensamientos. Rotunda no estaba, sin embargo, dispuesta a que el asunto se dispersara...

¡Dinos qué coño estas buscando... ! ¿tienes una búsqueda distinta a la nuestra?

Evidentemente, la gente hablaba en mitad de un túnel, rodeados de peligros, lejos los amigables fuegos del campamento, con sus historias... Y Arnoldo de vuelta a la carga.

Si es un mago de batalla, es normal...

¡No sé a qué se refiere usted, señorita... decía Avieso mientras tanto, consiguiendo asi que Rotunda cambiara de táctica.

Sigaaamos, a por el pony, intervino Arnoldo.

Vamos tras el.... La cara de Rot no era agradable. Pero Estolido... cuidado....
Estoy bien, gracias -remató Estolido- no debe preocuparse...oh, eso, eso, tras el pony.
Debe de ser fácil seguir su rastro... pontificó Arnoldo.

Siguieron por el tunelito, y encontraron, como ya todos se imaginaban...bueno, quizá no todos... una encrucijada en cruz. Rot señaló a la izquierda, con lo que se adentraban más y más en las catacumbas...
... y llegaron tras un trecho de túnel recto, a la primera variación del esquema que todos tenían de la disposición de los túneles...
Un giro a la derecha, no muy pronunciado.

Oh, ah, esperad, aclarémonos... ¿estábamos en el túnel principal? AH NO ERA EL TUNELILLO...
Ah.. vale el centro derecha....

El sudor corría por los mofletes de Arnoldo, y se olvidaba por momentos del formalismo de los “usted”...

Vamos para alla... -seguía discurseando, tratando de ganar algo de tranquilidad mental- ...la anchura del túnel... ¿coincide...? ... ah, um, -y se daba cuenta de la expectación general- ... eh, um..., ¿saben cuántos enanos hacen falta para afilar un hacha....? Siete... je, uno para afilarla, y los otros seis porque los enanos siempre trabajan en cuadrilla.... je, je.... y saben ¿cuántos elfos hacen falta para afilar un hacha?, ¿umm?, pues tres, uno para afilarla, y los otros dos para espantar a los enanos, que vienen a trabajar en cuadrilla..... je, je.

El túnel seguía, y aparecieron una seria de tunelitos secundarios que salían hacia la derecha según venían, y que descartaron tras atento examen de una cada vez más deprimida Rotunda...

Creo que deberiamos abandonar la busqueda del pony....
¡Por?, dijo Arnoldo.
Disiento -Estolido.

Rotunda miraba hacia abajo, no estaba claro si para buscar más huellas, o por falta de ánimo...
-No tiene sentido perseguir a este animal a no ser que lo queramos usar como cebo para la araña...

Estolido parecía incapaz de disimular la ansiedad que sentía...
¿No se le ha ocurrido a usted pensar que el equipaje de ese pony puede ser el motivo por el que estamos aquí...?

No, no se me ha ocurrido....

Pues piénselo, haga el favor.

Ya lo pienso...
y no me convence.
Ir demasiado rápido por esos túneles no me da ninguna confianza....

Avieso ya sudaba como Arnoldo, pero por distintos motivos.
Errrr, eso parece más una creencia que una teoría, con todos mis respetos, señorita...

De acuerdo... las huellas continúan recto... ¡¡¡pero por favor, pensadlo!!!

Arnoldo intervino:
No, no creo que ese orco fuera el extraño misterioso, pero lo hemos echado a la saca (lo que llevaba, claro) aunque no lo hallamos mirado, -pareció considerar la posibilidad de parar a saquear, pero era absurdo de todo punto- y no vayamos rápido, damas y caballeros... recuerden ese dicho popular tan certero... vísteme despacio que tengo prisa.

Hombre, -Estolido se agarraba a cualquier recurso argumental que podía- ¿Alguien ha oído hablar de un orco disfrazado de bardo?¿no os parece bastante "misterioso"?

Finalmente, la decisión, mientras miraba fijamente a Rot:
Bien, señores, es misterioso... pero eso no quiere decir que no impere la prudencia... todos mantengan la formación, seguimos un ratito más.

Ok -Rot. Pero no estoy de acuerdo.

Cuando Rot no estaba segura, Horacio intentaba humildemente ayudar, acercándose a pedir permiso para olfatear, y asi fueron siguiendo el rastro mal que bien, suponiendo cuando no estaban seguros, maldiciendo para sus adentros -o no- y avanzando lentamente.
Todo ello no ayudaba precisamente a calmar los nervios de Arnoldo, cuya voz ganaba en estridencia por momentos, mientras seguía hablando y arengando imparable.

Un giro del túnel a la izquierda, de nuevo una anomalía, provocó una nueva crisis de Arnoldo, tras una detención más larga de lo habitual...

¡Pero bueno!, ¿quieres pillar al pony o no?
 vamos recto...

Ok,ok, usted manda, no se ponga nervioso - dice Estólido obviamente carcomido por la ansiedad.

Pero que panda de egoistas... ¡¡lo estoy flipando!!
Rotunda seguía todo el rato cavilando para sí, sin decir nada y escuchando, hasta que no se podía contener.

Haaaay, me parece que lo hemos perdido, soltó Arnoldo.
¡ Quietos parados, que la vamos a liar!
Si acaso, seguimos el olfato del señor Horacio, ¿mmh? Creo yo que será más confiable...

Si todavia esta asustado.... ¡¡¡lo lógico es que continuara recto!!! Ahora Rotunda se picaba, tocada en su orgullo de rastreadora profesional. Avieso aprovechó la ocasión para intentar apaciguarla, cosa en verdad difícil.

Si usted lo dice, que es la que entiende de animales, yo confío en su criterio...

Pero el túnel donde tan amena conversación tenía lugar, y donde los verbales ires y venires resonaban en los curvos muros, probablemente entreteniendo a la población de alimañas que los pululaban... estaba ocupado por alguien más.

Alguien que, igualmente avanzando en la oscuridad y atarugado por el miasmo apabullante, seguramente habría oído un ruido indistinto, que fue creciendo, y con ello su preocupación, ansiedad, y franca alarma.

¡¡Eh... que oigo voceees!!

Un susurro se extiende por todo el túnel, allá delante... hay bultos agazapados

Tras inmediato zafarrancho y toma de posiciones bilateral, el silencio se extiende por todo el túnel, sólo el lento fluir de la mierda en sordos gorgoritos lo interrumpe...

... y el repentino resoplar de un equino...

El zumbido cortando el aire enrarecido, hacia las chispas de la pared, del hacha de Lucrecio al fallar, es el preludio a la batalla, acompañado por el gesto congelado a la mitad de Arnoldo, que al igual que antes, se ha quedado a la mitad de un

“Orden de batalla: quie- “

¡¡¡AL ATAQUEEEEEE !!!

Aulla Lucre.

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